Testimonios

“HAS EL BIEN SIN MIRAR A QUIEN”

Esta frase perfectamente describe a la hermana Rita Gasparini, una mujer que durante su paso por este mundo terrenal se dedicó hacer feliz de la única manera que ella sabía, SIRVIENDO AL MAS NECESITADO.

Siempre se ha dicho que “venimos al mundo a tener experiencias de vida, hacer felices y aprender uno del otro”, o bueno a esa conclusión es lo que mi escaso conocimiento me lleva. En este caso considero que esta gran mujer dejó huellas inmemorables en un centenar de personas que rodearon su vida de servicio, aquellas marcas que revelaron el verdadero significado de tantas palabras que ella durante mucho tiempo profesó: bondad, sabiduría, paciencia, amor, fraternidad, paz, comprensión y otros valores que quedarían cortos al describirlos en estas reducidas líneas.

Mi nivel de conciencia me remontan algunos recuerdos que vale la pena nunca borrar, a una mujer de ojos azules y pelo castaño que hablaba un español inconfundible diferente al de los demás, ese tono de voz que mis oídos escuchaban decir todas las mañanas ¡ buenos días! Cuando llegaba a mi casa ubicada en el barrio Popular del municipio de Granada Meta, allí fue donde mis ojos conocieron de cerca lo que es la bondad, esa misma que le inculcó a mi madre, esa misma que la llevó a construir lo que hoy se conoce como fundación Huellas de Vida, la cual inicio desde la más profunda vocación de servir al más necesitado, claro está sin retribución alguna.

Fue precisamente en aquel barrio donde yo me crie que nace esta obra de servicio, contribuyendo a niños y niñas no solo con útiles escolares, sino también con herramientas de empoderamiento para enfrentar al mundo con todo lo que este conlleva, acompañamiento a familias vulnerables, víctimas de flagelos inhumanos, con talleres a grupos de jóvenes, madres y niños (a) de donde su espíritu de madre superiora, esa que algún día fue, enseñaba el amor misericordioso de Dios.

 

Así fue como poco a poco con la ayuda inseparable de las que ella considero sus mejores aliadas, sus hermanas postizas formalizaron un sueño. Esa palabra “ayuda” se convirtió legalmente en fundación Huellas de Vida y por consiguiente en su gran familia, donde las sonrisas de esos pequeños angelitos representaban su mayor recompensa a todo ese esfuerzo de tantos años de trabajo al servicio de la comunidad. ¡Sí! Esa comunidad vulnerable, doliente, carente de afecto, de amor, allí estaba su hogar, en aquella sociedad olvidada por un gobierno burócrata, allí ella era feliz, escuchando testimonios desgarradores acumulado de todo tipo de problemas, allí estaba ella brindando su hombro, mostrando su mejor sonrisa y sobre todo esa sabiduría eterna cargada de amor.

No obstante como cualquier persona de carne y hueso, manifestó en muchas ocasiones tener una personalidad autoritaria y al mismo tiempo radical en sus decisiones, pero no por eso fue injusta, ese adjetivo jamás existió en su vocabulario.

Es así como esta hermosa mujer marcó huellas en los corazones de quienes la conocimos, Dios un día decidió que ya era tiempo de que su cuerpo descansara, que su alma reposara junto a él y acompañará desde allí a esa enorme familia que construyó por su paso en este plano terrenal, hoy su cuerpo dejó de existir, pero su espíritu estoy segura permanecerá presente en cada obra incesante que ofrece la fundación porque esa nunca murió, vive y hoy más que  nunca vive por ella , un ángel más cuida de todos.

En memoria de una mujer que conoció de cerca el amor de Dios.

 

VANESSA SILVA RAMÍREZ

"GRACIAS POR TU INMENSO AMOR Y SERVICIO"

En Granada Meta, por el año 1993, la hermana Rita visitó mi casa, yo vivía muy mal con mis 4 hijos, estábamos recién llegados de la Uribe, de donde me había tenido que volar para que no se llevaran a mis hijos para el monte; eran tiempos  difíciles y de mucha pobreza. Ella de una vez nos ayudó comida y medicamentos, luego nos dio una beca para que uno de mis hijos estudiara.

Me impacto su sencillez de vida, claridad de ideas y su solidaridad. Para todos por igual tenía una sonrisa, una palabra amable y un caramelo en el bolso para los niños que la saludaban con afecto y corrían tras ella para que les hablara con su particular acento “itañol”, ellos reían y con gran paciencia le repetían una y otra vez las palabras que no podía pronunciar bien.

Cuando participé en el programa de apadrinamiento, me gustaba mucho los espacios de oración que animaba ella y las reflexiones que hacía sobre la presencia de Dios en la vida diaria. Se veía que era una mujer llena de Dios y de Sabiduría. Yo admiraba su resistencia física, las largas jornadas caminando al sol y sin quejarse y su capacidad de escuchar y ponerse en el lugar del pobre, más de una vez observé sus ojos verdes llenos de lágrimas por que se conmovía frente al dolor y sufrimiento de los niños y mujeres maltratadas o enfermas.

Gracias hermana Rita por ayudar a nuestros niños y por enseñarnos a ser felices con lo poco o mucho que tenemos.

 

TERESA ARAGÓN

 

 

 

"EXPERIENCIAS QUE CAMBIARON MI VIDA"

De la Hermana Rita y de la Fundación Huellas de Vida tengo muy buenos recuerdos, cuando era pequeño almorzaba en el comedor del Nuevo Amanecer, me gustaba mucho ir allí porque nos divertíamos mucho haciendo travesuras y evitando comernos la verdura, aunque el alimento era sabroso.

Además fui parte del plan padrino por varios años, no pude seguir por que mis padres se fueron y nos llevaron para otro pueblo. De ese tiempo recuerdo los encuentros, ahí nos enseñaban a querernos y valorarnos a nosotros mismos, a respetar a los demás y a buscar la presencia de Dios en nuestra vida. Cuando nos fuimos extrañaba mucho los encuentros mensuales y la compañía de mis amigos.

De la hermana Rita tengo un recuerdo muy muy grande porque ella en unas horas hizo que mi madre cambiara y dejara de golpearnos… fue algo muy casual, porque la hermana llego a visitarnos justamente cuando mamá nos estaba golpeando a todos los 5 hermanos con una correa de cuero muy grande y gruesa que era de papá, todos llorábamos y corrimos a escondernos detrás de la hermana; ella se puso muy triste, nos consoló y le dijo a mi madre que así no se criaban ni se educaban los niños, que el juete y los golpes solo servían para reproducir resentimiento, odio, deseos de venganza y más violencia.

Ellas hablaron mucho ese día, mamá intentaba justificarse y la hermana Rita le contestaba con mucha autoridad haciéndola reflexionar, luego mamá comenzó a llorar, ella la escuchó pacientemente, finalmente le pidió a mamá que le diera la correa con la que nos golpeaba y se la llevó y nunca más volvió a traerla, desde ese día milagroso para nosotros mamá nunca más volvió a castigarnos tan cruelmente y cuando se enfurecía o le daba mal genio, nosotros le decíamos que le íbamos a contar a la hermana Rita.

La voz  de que la hermana Rita quitaba las correas corrió, casi voló, por todo el barrio en boca de los niños, así que cuando los padres los golpeaban el remedio era contarle a la hermanita Rita y ella visitaba la casa, hablaba con los padres y luego se iba luciendo la correa que llevaba en la mano o alrededor del cuello. Después los niños nos reuníamos a reírnos pensando que hacia la hermana con la colección de correas que tenía. Todos le teníamos mucho cariño y respeto.

Ahora que soy padre de dos hermosos niños, no los castigo, aprendí la lección en mi vida, gracias a la hermana Rita.

 

JOSE SEBASTIÁN

Conocí a la Hermana Rita Gasparini en el año 2010 cuando ingrese a la Fundación para realizar mi trabajo como Revisora Fiscal; era una mujer excepcional, sincera, de mente muy abierta, sencilla y radical en su opción por el trabajo con los más pobres, humildes y desamparados. De ella aprendí a ver la vida con sencillez y a ser solidaria, a buscar el lado positivo de todo y a no dejarse vencer por los obstáculos que nos presenta la vida. Lo que más me conmovía de Ella era su Fe en la Vida, en las acciones pequeñas y cotidianas. Sabía y creía con firmeza, que en lo ordinario se forjaba y brotaba la fuerza y exuberancia de lo extraordinario. Hoy doy gracias a la Vida por permitirme conocer una persona que como un Árbol fuerte y bien enraizado en la tierra, extiende sus ramas al Cielo y desde allá continúa dando frutos en la Fundación. Gracias Rita, dejaste muchas semillas de vida y alegría en nosotros, como lo dibujan los niños.

GLADYS CARDONA

Durante este tiempo en la Fundación nos ayudaban con todo el material didáctico, libros, diccionarios, cuadernos y uniformes de diario y de gimnasia, pero lo más importante para mí era la alimentación en los comedores y el proceso formativo en valores, desarrollo de buenos sentimientos, autoestima y prevención del embarazo precoz, así como la prevención para el reclutamiento de menores por parte de los grupos armados o pandillas de microtráfico, y otros peligros que aquí se ven con mucha normalidad.

Hola, mi nombre es Katerin Jareth Galindo González y tengo 20 años, ingrese a la fundación Huellas de vida, cuando tenía 6 años y estaba en primero elemental, durante mi proceso en la Fundación tuve dos madrinas de Italia, la primera me acompaño 4 años; Ella me escribía y yo respondía a sus bellas cartas; es más, aun las conservo como un bello tesoro de mi infancia; luego Ella se retira de ser madrina por dificultades de Salud y me asignaron una nueva madrina ella me acompaña en mi proceso hasta que termine grado once; ahora estoy estudiando un técnico en medio ambiente y además estudio inglés.

Además  las profesoras de la Fundación nos ocupaban el tiempo libre con el refuerzo escolar, clases de música, artes marciales, yoga y artesanías entre otras.  Cada actividad que se realizaba en la fundación iba direccionada al crecimiento personal y espiritual de nosotros.

Yo me siento muy agradecida con esta Fundación  y con mis madrinas por su apoyo; yo aprendí muchas cosas y una de esas fue valorar lo poco o mucho que tengamos y a nunca rendirnos porque siempre habrá una solución, ahora me encuentro estudiando y aunque ya no estoy en la Fundación como beneficiaria, sigo haciendo parte de esa hermosa familia que no deja de preocuparse de nosotros; pues aunque ya hayamos salido nos siguen visitando y apoyando.

Durante mi proceso tuve la oportunidad de conocer a tres personas que marcaron mi vida que fueron la profesora Claudia, la profesora Nelly y a la hermanita Rita, y sí,  tuve la dicha de conocer a la hermanita Rita, una persona que por donde fuera te brindaba una hermosa sonrisa y un cálido abrazo; hoy no está con nosotros pero se siente tan cerca en cada uno de nuestros corazones. Ella  fue una persona que siempre buscó la manera de ayudar a quienes la necesitaban.

Finalmente  quiero agradecer a todos los padrinos y madrinas de Italia, que siguen apoyando la Fundación, gracias,  su granito de arena y su aporte hace de nosotros personas capaces y felices de ser y compartir. Padrinos y madrinas siempre están en nuestro corazón y pedimos  a Dios,  al universo, a la fuente de la vida los protejan siempre. Gracias, muchas  Gracias.

FOTO EL DIA DE MI GRADO

«GRACIAS POR TODO FUNDACIÓN HUELLAS DE VIDA»

Para narrar estas líneas que describan a la Hermana Rita Gasparini, tengo que evocar que en los primeros meses del año 1992, llegaron a vivir dos mujeres (Rita y Nelly) espectaculares que cambiaron la rutina de la comunidad, y por consiguiente la mía.

La presencia de estas dos religiosas insertas en nuestra pequeña comunidad, llenó de curiosidad a todos los habitantes del barrio popular de Granada Meta, las visitas a las familias que ellas realizaban creo lazos de confianza, la evangelización comenzó hacer efectos y grandes cambios en los habitantes de este sector comenzaron a notarse; es así que cuando llegaron a mi casa dejaron en mí y en mi familia una huella de compromiso, solidaridad y un llamado a servir a los demas siendo Catequista Parroquial.

Al principio sentí que no podia, pues trabajaba y atendia a mi familia, sin embargo despues de mucha persistencia entendí que no podia negarme y con la consciencia de que no seria facil, acepte el compromiso de servir a la comunidad como catequista. Esto implicaba prepararse, estudiar y sobre todo dar testimonio de vida. Con muchas preguntas, dudas e incertidumbres, comence esta nueva etapa de vida y poco a poco, como dice el Evangelio, la semilla se fue germinando en el silencio transformando mi vida y la de mi familia.

La Hermana Rita con su léxico y acento diferente, llamaba la atención de quienes compartían con ella; hacía una lectura precisa de la situación de violencia y muerte que para la fecha se vivía en el municipio; ante el panorama social de pobreza y esclusion había que proyectar sueños muy concretos para el acompañamiento de las familias y para disminuir la desconfianza y el dolor rápidamente. Por eso la hermana Rita comenzó su plan de ayuda solidaria y las visitas familiares priorizando siempre las madres cabeza de hogar, las víctimas de la guerra absurda de los grupos violentos que dominaban esta parte del departamento, y las familias mas pobres y vulnerables que llegaban a refugiarse en los barrios sub normales.

En aquel tiempo, el trabajo para los hombres era escaso y muy mal pago, por eso muchos de ellos decidían irse a engruesar las bandas delincuenciales, o los grupos armados que circulaban por todo el territorio, exponiendo sus vidas y abandonando a sus mujeres, hijos y familiares; la búsqueda del sustento diario y de como sobrevivir era prioritario, no importaba el medio ni como se ganara el dinero; muchos vendieron sus consciencias, su tiempo y sus vidas, por unos cuantos pesos que sostuvieran una comida diaria para ellos, sus esposas y sus hijos. En medio de todo esto recuerdo en qué momento comencé a recorrer con ella los caminos polvorientos de los barrios de pobreza y marginación del municipio de Granada y Villavicencio Meta. Solo sé que su coherencia, sabiduría, amor, paciencia y sencillez fue lo que marcó mi vida; no sé en qué momento pasaron 30 años, tan solo sé que su legado aún después de su partida al Cielo, permanece en mí y en el trabajo que se sigue realizando desde la Fundación Huellas de Vida.

Sus enseñanzas desde lo cotidiano y sencillo de la vida, así como la escucha de historias de las mujeres marcadas por una mezcla de dolor, la tristeza y alegría a la vez, hicieron en mí brotara una fuerza interior que me empuja a re descubrir que esta mujer sencilla y llena de amor desinteresado, tejió en mí una visión diferente de la vida llena servicio y entrega.

¡Gracias Hermana Rita Gasparini!

 

CLAUDIA RAMIREZ CORDOBA

«GRACIAS HUELLAS DE VIDA POR AYUDARME A SER MEJOR PERSONA»

 

Soy Brigitte Zulanlly Gutierrez Barrera, nací en el año 1994 en Colombia, fui afortunada por crecer en el seno de una familia amorosa y llena de valores; a la edad de los siete años llegué junto a mi familia a una ciudad que no cocíamos a iniciar nuestras vidas desde cero, nos radicamos en el barrio la Reliquia, un sector vulnerable de la ciudad de Villavicencio, con muchas falencias y pocas posibilidades educativas.
A finales del año 2004, la Hermana Rita Gasparini, en sus visitas no solo toca las puertas de mi casa, sino además la de nuestros corazones; ya que con su gran labor me aportó en mi crecimiento personal y a nivel educativo, porque me apadrinaron, de esta manera fui una de las afortunadas en ser parte de la Fundación Huellas de Vida, y de una vez mi hermana y yo comenzamos a ir al Comedor de la Fundación a almorzar diariamente.
Ya para el año 2005, cuando cursaba cuarto (4) comencé a recibir todo el material didáctico y los uniformes y sobre todo el acompañamiento para realizar tareas después de la jornada de colegio, así permanecí 8 años hasta culminar mi Bachillerato; en todos esos años me ayudaron con mi educación, e implementos básicos de estudio; además podía comunicarme con mi padrino Italiano a través de cartas en las cuales narraba el transcurrir de mi vida.
Fue un tiempo muy hermoso y lleno de gratos recuerdos. Porque en la Fundación se hacían encuentros cada mes, con talleres, actividades lúdicas y salidas que aportaron a mi crecimiento personal y espiritual.
En el año 2011 termine mi bachiller e inicie mi carrera universitaria en el área de licenciatura en pedagogía infantil; durante este proceso puse en práctica todo lo inculcado en la Fundación Huellas de Vida.
En el 2014 tuve la oportunidad de trabajar durante un año en la Fundación como docente en el proceso de refuerzo escolar y asesoría de tareas, así también realice mis prácticas y logre experiencia.
En 2017 con el esfuerzo de mis padres y las herramientas brindadas por la fundación me gradué de la universidad recibiendo el título de licenciada en pedagogía infantil.
Actualmente tengo una niña de cuatro años a quien guiaré en todo su proceso de aprendizaje y le forjare valores tal como en la Fundación hicieron conmigo.
Estoy muy agradecida con la Fundación y por el proceso de acompañamiento y ayuda que han realizado conmigo y con mi familia. Gracias hermana Rita por seguir presente en mi corazón y por la hermosa labor que has creado a favor de quienes necesitan apoyo y comprensión.

«LAS  HUELLAS EN MI VIDA«

 

Mi nombre es Luz Mith Echeverry Pineda ingresé a la Fundación huellas de Vida de tan solo 9 años de edad, mi vida antes de ingresar a la fundación era un poco compleja mi mami mis hermanos y yo vivíamos un momento malo, ya que mi padre era una persona que no nos ayudaba económicamente y solo nos brindaba maltrato y una mala vida, pasábamos muchas necesidades y hasta hambre.
Un día una amiga le habló a mi mamá de la Fundación Huellas que ayudaba a las mujeres y niños con el estudio y le daban formación y acompañamiento; es así que mi madre se dió a la tarea de buscar y hablar con la Hermana Rita, Nelly y Claudia; ellas eran las encargadas de recibir a las personas y de hablar con las familias, a finales del año 2010 se realizaron las inscripciones de ahí nos decían si ya hacíamos parte de huellas, y así fue inicié mi camino en enero del 2011.
Este nuevo camino transformó mi vida y la de mi Familia, a partir de ahí hubo un antes y un después… porque mi familia y yo estábamos recibiendo ayuda para mis estudios, pero sobre todo recibíamos afecto, comprensión, encuentros formativo que no llevaron poco a poco a reconciliarnos entre nosotros, a perdonar y aprender a aceptarnos y amarnos como somos… Esto nos ayudó a liberarnos de la mala presencia de mi padre, quien se fue de casa y dejó de causarnos tanto dolor y sufrimiento, entendimos que amar es también liberarse y dejar fluir a los seres queridos.
Tengo que admitir que cuando ingresé a Huellas era muy tímida, casi no hablaba con nadie, estaba muy herida y asustada por el maltrato y peleas continuas de la casa, pero al pasar los meses vas conociendo y cogiendo confianza con los niños y las educadoras de Huellas, quienes nos escuchan, aconsejan, dan confianza y sobre todo nos comprenden y no juzgan a nadie, así uno se siente acogido y aceptado.

De la hermana Rita aprendí a apreciar y recibir como un regalo lo que la vida me da diariamente, gracias a ella permanecí en la Fundación a pesar de haber perdido un año escolar; gracias a ella aprendí a sonreír y a no alejar de mi rostro una sonrisa, por difícil que fuera la situación, una sonrisa la aligera. Ella solo inspiraba ternura amor y paciencia; lo que más la caracterizaba era su dedicación a los niños y las familias, siempre te daba consejos muy sabios par la vida; cuando nos llamaba la atención o nos regañaba me dolía mucho, pero al final sabía que tenía la razón. Agradezco mucho a Dios y a la Vida por haber puesto en mi vida a Rita, Claudia y Nelly, ellas tres dejan una gran marca de amor en nosotros los afortunados que fueron y son parte de la Fundación. Confío y pido cada día para que desde el Cielo la hermana Rita nos siga viendo con ojos de amor y confianza, porque eso era lo que ella siempre hacia cuando nos encontraba: darnos un abrazo y un beso, para alegrar nuestro día a día.
Durante mis 9 años en la Fundación aprendí, conocí y crecí como persona siento que a este lugar y a todas las personas que hacen parte de ella, les debo algo o mejor todo porque siento que es un aprendizaje mutuo, lleno de muchas cosas bonitas, al transcurrir cada año no solo iba creciendo físicamente sino espiritualmente; también el acompañamiento de cada una de las personas en función de guiarnos, no solo a mi sino a otros 200 niños (as) y jóvenes más.
Para mi Huellas como siempre lo digo, es el centro de mi vida porque gracias a la Fundación soy una persona responsable, honesta, sincera y dedicada en mi estudio; ahora trabajo como educadora en un centro juvenil y actualmente estudio en la Universidad Licenciatura en Educación infantil.

«GRACIAS HUELLAS POR SER PARTE DE MI VIDA».

Contactanos